Cuando era pequeño se hablaba de «veranear», pasar el verano en un lugar lo mas fresco posible. La mayor parte de la gente veraneaba en sus casas. Existían medidas paulativas: el ventilador, dejar las ventanas abiertas, el botijo, pasar parte del día en el patio y en la calle, comprar un trozo de una barra de hielo, dormir en el suelo, tomarse algo en algún ventorro, bañarse en el río Genil, excursiones a la pasajes más frescos de la naturaleza cercana, caminar por veredas entre árboles, refugiarse debajo de una higuera, ... En mi horizonte el veraneo podía transportarnos desde Granada a un pueblo cercano y a lo sumo a Almuñecar o Salobreña. Nada de otros artificios o lugares exóticos. Eran los dictámenes de la austeridad o, sencillamente, de la ausencia de recursos. Un desarrollo sostenible dictaminado.
Todavía conservo algunos recuerdos de los días de verano pasados en el Zaidín, en las casillas bajas, en la casa de Mati y Alfonso, con todos mis primos, refrescándonos con una mangera en el patio. Igualmente me acuerdo de un año que veraneamos en el Cenes de la Vega -¡cuando era un pueblo!- una casa fresca, paredes sin decorar, calle de tierra, con gallinas que se preocupaban celosamente de perseguirme, la vega y el río cercanos.
El regusto de aquellos días me hace sentirme cómodo, ahora en Velez Blanco. Pequeño, abarcable, tranquilo, fresco, con fuentes, árboles, campo, montañas. Todo lo necesario para relajarte, sentir, hablar, leer, pensar y encontrarte contigo mismo. Para pasar el verano no hace falta mas.
La imagen es una pintura sobre el verano de Giuseppe Arcimboldo, 1573, Musée du Louvre, tomada de Wikipedia.
Todavía conservo algunos recuerdos de los días de verano pasados en el Zaidín, en las casillas bajas, en la casa de Mati y Alfonso, con todos mis primos, refrescándonos con una mangera en el patio. Igualmente me acuerdo de un año que veraneamos en el Cenes de la Vega -¡cuando era un pueblo!- una casa fresca, paredes sin decorar, calle de tierra, con gallinas que se preocupaban celosamente de perseguirme, la vega y el río cercanos.
El regusto de aquellos días me hace sentirme cómodo, ahora en Velez Blanco. Pequeño, abarcable, tranquilo, fresco, con fuentes, árboles, campo, montañas. Todo lo necesario para relajarte, sentir, hablar, leer, pensar y encontrarte contigo mismo. Para pasar el verano no hace falta mas.
La imagen es una pintura sobre el verano de Giuseppe Arcimboldo, 1573, Musée du Louvre, tomada de Wikipedia.
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