Ayer era para muchos un día especial: el séptimo día del mes séptimo del séptimo del milenio. El 7 es un número especial.
Ajeno, en cierta medida a esta circunstancias, a pesar de lo que me gustan los números impares (el 3 por encima de todos), tuve la ocasión de que los astros me permitieran disfrutar de: un contacto deportivo con la naturaleza (07/07/07b), comprender lo que me recomendaba el gran músico Ornette Coleman (07/07/07c), leer a Antonio Damasio, a propósito de Spinoza, la homoestasis y las emociones (07/07/07d) y oir la 5ª sinfonía de Mahler en el palacio de Carlos V (07/07/07e).
Lo más importante, es que el día me permitió recrear (sentir- repensar- revivir- compartir) circunstancias que pasaban cerca de mi. Es lo que también hago ahora mismo.
Ajeno, en cierta medida a esta circunstancias, a pesar de lo que me gustan los números impares (el 3 por encima de todos), tuve la ocasión de que los astros me permitieran disfrutar de: un contacto deportivo con la naturaleza (07/07/07b), comprender lo que me recomendaba el gran músico Ornette Coleman (07/07/07c), leer a Antonio Damasio, a propósito de Spinoza, la homoestasis y las emociones (07/07/07d) y oir la 5ª sinfonía de Mahler en el palacio de Carlos V (07/07/07e).
Lo más importante, es que el día me permitió recrear (sentir- repensar- revivir- compartir) circunstancias que pasaban cerca de mi. Es lo que también hago ahora mismo.
PD: Por cierto que la Alhambra no haya sido elegida, ayer, entre las 7 maravillas del mundo, me da absolutamente igual. Yo la disfruto todos los días.
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