Estos símbolos pertenecen a la Cueva de los Letreros (Vélez Blanco, Almería, España). Se trata de una pintura rupestre del neolítico, en torno al 7.500 a.C., ubicado en un abrigo, a las faldas del Maimón, al suroeste del pueblo, que alberga un conjunto de representaciones.
Hemos elegido este conjunto que forma parte del Patrimonio de la Humanidad (reconocido como tal dentro del Arte rupestre del Levante español, desde 1988) por dos razones, la primera por estar dentro del la Comarca de los Vélez, en el municipio de Vélez Blanco, en segundo lugar por la gran carga simbólica que tiene.La pintura representa abstractamente a nueve entes diferentes interrelacionados e interdependientes realizada por mujeres u hombres pertenecientes a una comunidad neolítica, lo que hay que relacionarlo con el comienzo de una incipiente agricultura.
A partir de esta pintura todavía presente en la pared de la roca, rodeada de muchas otros dibujos, podemos preguntarnos por cómo fue realizada y que quisieron plasmar aquellos que la realizaron. Algunos investigadores piensan que la autoría pudiera ser colectiva y por lo tanto mujeres y hombres pintarían símbolos que, en cierto sentido, formarían parte de sus representaciones colectivas que ya dibujarían en otros soportes mas perecederos, podríamos decir que serían parte de un patrimonio elaborado a lo largo de los años. En nuestro caso pudieran parecerse a una estrellas de cuatro puntas, formando un grupo entrelazado. Podrían ser entes inanimados (árboles, estrellas, montañas u otros lugares significativos para los autores) que, evidentemente, no tendrían capacidad de interacción por si mismos y que sería la imaginación o la interpretación humana la que haría ver esta relación. Es decir la capacidad de interacción humana permite interpretar esta cualidad en entes no animados. Podríamos hacer un razonamiento similar para animales, porque al fin y al cabo su relación estaría sujeta a la interpretación humana.
Por último, cabe pensar que fuese una representación abstracta de seres humanos de distinto género y edad que están vinculados entre sí, siendo sistémicamente interdependientes, es decir que las condiciones de vida de cada uno de ellos depende de los demás y viceversa. Nos inclinamos, interesadamente, por esta interpretación porque pudiera ser la mas natural para los seres humanos -que ponemos en plural porque la interpretación y la representación debería de ser colectiva, en un momento en que la individualidad no estaría construida tal como la entendemos hoy en día-. Los seres humanos desde su nacimiento como especie tienen en la cooperación, la solidaridad y el altruismo un gran pilar para su éxito, para garantizar la subsistencia en un medio que en ciertos aspecto le era muy conflictivo (lo que hemos llamado pax homínida). Aunque la pintura sea de hace 7.500 años, hacía 5 millones de años los homínidos estaban ya caminando por esta senda interdependiente y colaborativa.
Hemos elegido llamarle nueve colegas, en primer lugar sin artículo por no saber el sexo de ellos, en segundo lugar «colega», que puede ser indistintamente masculino o femenino, significa persona que tiene la misma profesión o actividad que otra; amigo, compañero.
A partir de esta pintura todavía presente en la pared de la roca, rodeada de muchas otros dibujos, podemos preguntarnos por cómo fue realizada y que quisieron plasmar aquellos que la realizaron. Algunos investigadores piensan que la autoría pudiera ser colectiva y por lo tanto mujeres y hombres pintarían símbolos que, en cierto sentido, formarían parte de sus representaciones colectivas que ya dibujarían en otros soportes mas perecederos, podríamos decir que serían parte de un patrimonio elaborado a lo largo de los años. En nuestro caso pudieran parecerse a una estrellas de cuatro puntas, formando un grupo entrelazado. Podrían ser entes inanimados (árboles, estrellas, montañas u otros lugares significativos para los autores) que, evidentemente, no tendrían capacidad de interacción por si mismos y que sería la imaginación o la interpretación humana la que haría ver esta relación. Es decir la capacidad de interacción humana permite interpretar esta cualidad en entes no animados. Podríamos hacer un razonamiento similar para animales, porque al fin y al cabo su relación estaría sujeta a la interpretación humana.
Por último, cabe pensar que fuese una representación abstracta de seres humanos de distinto género y edad que están vinculados entre sí, siendo sistémicamente interdependientes, es decir que las condiciones de vida de cada uno de ellos depende de los demás y viceversa. Nos inclinamos, interesadamente, por esta interpretación porque pudiera ser la mas natural para los seres humanos -que ponemos en plural porque la interpretación y la representación debería de ser colectiva, en un momento en que la individualidad no estaría construida tal como la entendemos hoy en día-. Los seres humanos desde su nacimiento como especie tienen en la cooperación, la solidaridad y el altruismo un gran pilar para su éxito, para garantizar la subsistencia en un medio que en ciertos aspecto le era muy conflictivo (lo que hemos llamado pax homínida). Aunque la pintura sea de hace 7.500 años, hacía 5 millones de años los homínidos estaban ya caminando por esta senda interdependiente y colaborativa.
Hemos elegido llamarle nueve colegas, en primer lugar sin artículo por no saber el sexo de ellos, en segundo lugar «colega», que puede ser indistintamente masculino o femenino, significa persona que tiene la misma profesión o actividad que otra; amigo, compañero.
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