Un jardín es un espacio donde se cultivan especies vegetales seleccionadas por su belleza -aunque algunos orientales, como los jardines Zen, apenas las usan-. A veces se les añade otros elementos naturales o artificiales (como fuentes o esculturas). En cualquier caso su objetivo es la armonía, el contacto con la naturaleza, el mundo de los sentidos, el hedonismo.
Los jardines tienen una larga tradición histórica, como nos recuerdan los Jardines colgantes de Babilonia, considerados como una de las maravillas del mundo antiguo.
La idea de un jardín imperfecto viene del humanista francés Michel de Montaigne que afirmó: “La vida es un movimiento material y corporal, acción imperfecta por su propia esencia, y desarreglada … yo me empleo a servirla según ella; Yo deseo que se actúe y que se alarguen los oficios de la vida tanto como se pueda, y que la muerte me encuentre plantando mis coles, pero indiferente a ella, y más a mi propio jardín imperfecto.
Me gusta y me tranquiliza mucho la idea de un jardín sensual, imperfecto y real (en contraste con un paraiso terrenal perfecto y por suerte perdido) que nos acompaña, y da sentido, a nuestro transcurrir por la vida.
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