lunes, diciembre 14, 2009

CIUDADANÍA ÍNTIMA (∑π, επ)

Hace unos días cuando Octavio nos expresaba la idea de ciudadanía íntima, inmediatamente comprendí que se trataba de un concepto que podía tener una gran fuerza. Ahora, estoy completamente convencido de ello, a lo que me ha ayudado de sobremanera el texto de Ken Plummer (2001) (La cuadratura de la ciudadanía íntima. Algunas propuestas preliminares) que me ha enviado Lledó. Menudo regalo, voy a tener para muchas horas de conversación.
Intuitivamente se puede comprender que la ciudadanía -un concepto político- tiene iteracciones con lo íntimo, lo doméstico, ... lo no público o no publicitado. Plummer nos dice que la ciudadanía íntima examina derechos, obligaciones, procesos de reconocimiento y de respecto referentes a las esferas más íntimas de la vida -con quién compartir los hijos, cómo gestionar nuestro cuerpo, cómo relacionarse en tanto que seres generizados o como vivir nuestro erotismo-. Evidentemente, como señala el autor, todo esto tiene consecuencias en el reconocimientos de las historias cotidianas de nuevas formas de vida que revelan como la gente confronta los conflictos y los dilemas éticos en su práctica vivencial. Y, claro está, con todos aquellos grupos y prácticas que sufren algún tipo de marginación por parte de las "historias oficiales" (cualquier forma de transgenero, gays, lesbianas, transexuales, cyberciudadan@s, fetichistas, postdivorciad@s, familias monoparentales, mayores, jovenes rebeldes, solitari@s...)
Aunque, por lo que puedo ver, hay una cierta carga -no excenta de poderosas razones- de denuncia, creo que la idea tiene un potencial creativo muchísimo mayor para pensar en como se conforman las dinámicas sociales, los habitus, la conflictividad en búsqueda del bienestar, el empoderamiento, los cambios sociales o la reconstrucción de nuevos universalismo incluyentes. Esta claro que hay cuerda para rato.
La idea es tan sugerente que casi dedique más tiempo a buscar la imagen -para no caer en simplificaciones- que a escribir el texto. Finalmente me encontré con Mark Rothko y su sentido místico que me ayudó a salir del atolladero.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Aún no he leído el artículo, pero ahora,Paco, después de leer tu apunte, mi curiosidad no tiene espera... Esta bien esta categoria que parece que permite pensar lo privado y lo público como una continuidad por la que transitar siempre con el derecho a ser reconocidos/as/incluidos/as. Lo íntimo y lo público (ambos dos!!)como espacios políticos relacionales,abiertos a las medicaciones y a los cambios!!, espacios de libertad, y no de esencialismos (sobre todo histórica y socialmente justificados-legitimados para la esfera íntima) que en nada ayudan a la felicidad.

Hay que ver lo que nos está durando aquella cena!!Gracias a los dos, Octavio y Paco. Seguimos...
Con cariño. Lidón

Anónimo dijo...

Muy interesante. Qué lastima no haber sido consciente antes la dimensión conflictiva generada entre lo privado y lo público. Además, creo que supone un revalorización añadida de lo privado, en la tradición patriarcal reservado a las mujeres, que nos enriquece a todos, sobre todo desde el punto de vista de la gestión de las emociones. Para mí se abrió una puerta desde la primera vez que lo comentamos mientras corríamos por el entorno de la Fuente de la Bicha. Un abrazo. Pax hominida