viernes, diciembre 25, 2009

VITALIDAD, ALUMBRAMIENTOS, ABRAZOS Y BESOS (∑π, επ)

Quién iba a decir, en estas fechas -pleno invierno-, que el sol iba a ser tan protagonista (a pesar de que el cielo está nublado por el momento). No tiene nada de extraño, nuestra vida solo es posible por el sol. Asi lo han comprendido gran parte de las civilizaciones, entre ellas la mesopotámica, la egipcia, la persa, la griega y la romana, a través de las cuales ha llegado hasta nosotros.
Su importancia es tal que celebramos, desde hace miles de años, el momento en el cual el sol comienza a ganarle espacio a las tinieblas de la noche, lo que conocemos como solsticio. Los ritos y celebraciones se han transmitido sincréticamente de unas culturas a otras, y así de los cultos a Mitra, a los de Saturno y de ahí al "oportuna" decisión de hacer coincidir el nacimientos de Jesús con las saturnalias, los cultos mitrádicos y el resurgimiento del sol manifiesto en el alargamiento de los días. Son unas festividades milenaristas que representan lo más íntimo de nuestra existencia y celebran la vida, si queremos el "nacimiento"
Como todos los años, exorcisados por el sol, parece como si todo el mundo estuviera más alegre, hay más música, más iluminación, más vino, más comida, más abrazos, más besos, más felicitaciones, ... Esta bastante bien, no está mal (sobre todo si nos olvidamos del consumo, de la hipocresía que preside mucho de estos actos, ...). A mi me gustan las sonrisas, los apretones de manos, los abrazos y los besos.
Para interesados diré que tanto el día, como el año de nacimiento de Jesús fueron convenciones posteriores ante la falta de datos para determinarlo con certeza. La Iglesia decidió situar en el 25 de diciembre como fecha de la Natividad de Jesús, coincidiendo con el solsticio de diciembre (invierno en el hemisferio norte), para hacerlo coincidir con las celebraciones de las saturnalias romanas y darle el mismo carácter simbólico de renacer de la esperanza y la luz en el mundo. El año -primero de la era cristiana- fue calculado erróneamente por Dionisio Exiguus en el siglo VI d.C.
Lo dicho, después de tanto lío, nos quedan los abrazos, los besos y las celebraciones. Enhorabuena.

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