La otra noche quedé con Hafsa, la primera vez que me encontré con ella en Tetuán fue hace hace dos años, entonces paseamos con su amiga por la calle Mohamed V y nos tomamos una naranjada en un café familiar, donde también podían hacerlo las mujeres. Ahora Hafsa ha querido que lo hagamos en un cafetín situado en la plaza El faddan, una gran plaza antesala de la medina. El nombre proviene de una medida (yugada) probablemente en relación con el el grano de los cereales que en ella se debía de vender. Allí estuvo ubicado el consulado español y ahora lo ocupa un palacio real casi siempre deshabitado, cuya puerta contrasta con la de la medina. Un lateral hay varios cafetines, todos llenos de hombres, donde el tintitineo de los dados sobre el tablero del parchís llena todo el ambiente.
Hafsa era la única mujer, era un acto al menos de rebeldía. La inmensa mayoría de las mujeres visten con velo, quizás como un acto de libertad para poder acceder más fácilmente a los espacios públicos. Una libertad condicionada por la religión y lo patriarcal, pero que no puede de ninguna manera ser explicado con razones simples. Mientras que las instancias oficiales (televisión, ministras, mujer del rey, ...) muestran unos hábitos «modernos», la mayoría de la población femenina, sin una presión directa opta «libremente» por el pañuelo en la cabeza. Difícil de entender hasta para Jadiya.
Hafsa era la única mujer, era un acto al menos de rebeldía. La inmensa mayoría de las mujeres visten con velo, quizás como un acto de libertad para poder acceder más fácilmente a los espacios públicos. Una libertad condicionada por la religión y lo patriarcal, pero que no puede de ninguna manera ser explicado con razones simples. Mientras que las instancias oficiales (televisión, ministras, mujer del rey, ...) muestran unos hábitos «modernos», la mayoría de la población femenina, sin una presión directa opta «libremente» por el pañuelo en la cabeza. Difícil de entender hasta para Jadiya.
No hay comentarios:
Publicar un comentario