Ante todo tengo que decir que Miguel Bosé, el cantante, me ha caído mal a lo largo de muchos años. Lo veía superficial y engreído, aunque a las mujeres de mi entorno le encantaba. Recuerdo que hará unos diez años vi una entrevista suya por televisión en Bogotá que me pareció el colmo del engreimiento y la estulticia. Aunque hay que reconocerle que siempre ha jugado un papel algo iconoclasta y "subversivo". Sin embargo comencé a cambiar cuando en el 2010 recibió la ciudadanía colombiana de Alvaro Uribe -nada mas y nada menos-, en gran medida por su apoyo a los procesos de paz en el país. Quiero decir que en cierta medida lo envidio por el cariñó que le tengo a Colombia.
Hace poco, curiosamente creo que estaba en México, leí con cierta curiosidad otra entrevista suya en la que distinguía entre el ciudadano Miguel y el cantante Bosé. "Miguel y Bosé son dos seres completamente diferentes, que no se soportan pero comprenden que uno no puede vivir sin el otro. Sin el orden de Miguel y su normalidad, Bosé no se podría haber desarrollado como lo ha hecho. Porque Bosé es un demente sin reglas." Lo mas seguro sea eso que yo me fijaba en el Bosé y no conocía a Miguel, que dicho sea de paso me encanta.
En una reciente entrevista en la revista Shangay (Miguel Bosé reivindica su direrencia -y sus cuatro hijos como padre soltero.) afirmaba: El ciudadano Miguel necesita hacerlo, y agarra a Bosé para que le
ayude. Todos necesitamos causas para realizarnos enteramente. Ser
solidarios nos hace sentir mejores seres humanos, aunque no todo el
mundo encuentra una causa con la que identificarse. Bosé ha hecho suyas
muchas causas gracias al ciudadano Miguel: el sida, el comercio justo,
la defensa de los océanos, las aldeas indígenas...
Por lo que veo coincidimos en muchas cosas y, además, ahora podré congraciarme con las mujeres cercanas. Mucho mejor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario