Cándida se ha empeñado en mantener aquellas tradiciones de su pueblo que le parecen buenas. Muchas de ellas son colectivas, compartidas, como es el caso de hacer una comida en el campo a comienzos de la primavera. Es un encuentro con el buen tiempo, con las cosechas y con los seres queridos.
Este año ha tocado una "merienda" de paella hecha a la leña, en el cortijo. Hay que decir que todo fue posible porque Anita fue prácticamente de puerta en puerta buscando un conejo la noche anterior.
Acudieron la citada Anita, Pedro, los "belgas", los "fermines", Jose, Ignacio y Elena (estos dos últimos como aprendices).
Realmente no pudimos celebrar el buen tiempo al aire libre, pero sin la tradición y los amigos. Todo mundo aportó lo que pudo y cuando menos simpatía.
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