En la Copa Mundial de la FIFA Sudáfrica 2010, España ha sido campeona. Una gran alegría -para mi entorno- no cabe la menor duda. Asi lo han manifestdado miles y miles de personas en la calle, durante días y días. Yo he podido comprobar como colegas (Jorge, Paco, Isidro, Juan, Luis, Pedro, ...) y amigos se emocionaban cotidianamente con la roja, igualmente he visto banderas españolas por todas partes -¡como nunca!- Jóvenes -especialmente- mujeres, hombres, niños, artistas, agricultores, metalúrgicos, intelectuales, políticos, derechas, izquierdas, nacionalistas, reyes (¡que grandes aficionados!), andaluces, vascos, manchegos, catalanes... todos sin excepción parecían estar contentos, Era una alegría interclasista y federal. !Que alegría!
Un equipo de gente joven, sin figuras, humildes, solidarios, con buenos modos. Un entrenador que potencia estos valores, discreto, cercano, familiar. Campeones del mundo. Hay que estar contentos.
Detrás el futbol profesional, interesado, comercial, mercenario, competitivo, ilógico o promotor de locas pasiones venales. Pero, insustituible como vehículo de socialización, opio del pueblo -como las religiones-, quizás necesario, al menos por el momento. Este fenómeno ha conseguido que la bandera, se haya convertido "naturalmente" en un símbolo de unidad nacional. Lo que no había logrado la derecha en toda la transición. ¿Será un signo de normalidad democrática? Y, hablando de colores, en vez de ser roja y gualda, como pregonaba el franquismo, ahora es solo roja, cuando hasta ahora este apelativo pertenecía a Dolores Ibarruri, La Pasionaria.
La crisis ¿Qué crisis?
Aunque la mayor alegría ha sido que Surafrica haya dado otro paso de normalización de la convivencia y la democracia, a través del deporte.
Un equipo de gente joven, sin figuras, humildes, solidarios, con buenos modos. Un entrenador que potencia estos valores, discreto, cercano, familiar. Campeones del mundo. Hay que estar contentos.
Detrás el futbol profesional, interesado, comercial, mercenario, competitivo, ilógico o promotor de locas pasiones venales. Pero, insustituible como vehículo de socialización, opio del pueblo -como las religiones-, quizás necesario, al menos por el momento. Este fenómeno ha conseguido que la bandera, se haya convertido "naturalmente" en un símbolo de unidad nacional. Lo que no había logrado la derecha en toda la transición. ¿Será un signo de normalidad democrática? Y, hablando de colores, en vez de ser roja y gualda, como pregonaba el franquismo, ahora es solo roja, cuando hasta ahora este apelativo pertenecía a Dolores Ibarruri, La Pasionaria.
La crisis ¿Qué crisis?
Aunque la mayor alegría ha sido que Surafrica haya dado otro paso de normalización de la convivencia y la democracia, a través del deporte.
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