Dolores, Juana y Victoria, tanto monta monta tanto, son un signo de bienestar de mi calle. Guiadas por el tiempo de sus quehaceres cotidianos, a su vez sincronizadas con los horarios naturales del sol y las temperaturas, deciden consensuadamente sentarse en tranco, que el desnivel natural del cerro dejó marcado en esta calle. El horario, también fijado por el consenso, puede oscilar entre las 20h y la 00h.
Son un signo de bienestar, de salud social porque comunican y comparten entre ellas los asuntos de su vida cotidiana, se preocupan y analizan lo que ocurre en su entorno, y acogen a todos aquellos que quieran sumarse a su tertulia.
Mientras a través de las puertas y ventanas abiertas de sus hogares se puede oir el ronroneo del mundo del mas allá transmitido por las cadenas televisivas, al que ellas permanecen ajenas, sustentadas por la fuerza de la tradición oral que necesitar de otros escenarios. Ellas establecen otro tiempo, que armonizan lo mejor que pueden con el de sus familiares más jóvenes y con los actos públicos más relevantes del pueblo.
En realidad practican, sin saberlo un ritual que se realiza en otras calles del pueblo, de muchos pueblos de Andalucía, de muchos pueblos del Mediterráneo, ... en muchos lugares del planeta. Es un ritual vital y purificador que a su vez se relaciona con el don y el contra don, la ética del cuidado, la dialógica, la baja entropía, y muchas otras prácticas sustentadoras del bienestar.
No faltan nunca. Cuando nosotros no estamos cuidan de nuestra casa.
[foto de finales de julio]
Son un signo de bienestar, de salud social porque comunican y comparten entre ellas los asuntos de su vida cotidiana, se preocupan y analizan lo que ocurre en su entorno, y acogen a todos aquellos que quieran sumarse a su tertulia.
Mientras a través de las puertas y ventanas abiertas de sus hogares se puede oir el ronroneo del mundo del mas allá transmitido por las cadenas televisivas, al que ellas permanecen ajenas, sustentadas por la fuerza de la tradición oral que necesitar de otros escenarios. Ellas establecen otro tiempo, que armonizan lo mejor que pueden con el de sus familiares más jóvenes y con los actos públicos más relevantes del pueblo.
En realidad practican, sin saberlo un ritual que se realiza en otras calles del pueblo, de muchos pueblos de Andalucía, de muchos pueblos del Mediterráneo, ... en muchos lugares del planeta. Es un ritual vital y purificador que a su vez se relaciona con el don y el contra don, la ética del cuidado, la dialógica, la baja entropía, y muchas otras prácticas sustentadoras del bienestar.
No faltan nunca. Cuando nosotros no estamos cuidan de nuestra casa.
[foto de finales de julio]
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