Los encuentros con Joaquín -que sigue en el camino- son encantadoramente interminables. Hablamos y hablamos sobre nuestros proyectos de Paz y Derechos Humanos, desde que nos hicimos "novios" a través de un programa de radio. Son muchas cosas las que hemos alcanzado y muchas mas las que soñamos, como condición para que comiencen a ser realidad.
Entre los muchos comentarios una anecdota: un alumno de Guinea Bissau terminaba su solicitud para la inscripción del master de esta forma: Dios me va a ayudar en la inscripción. Que perplejidad. ¿Qué hacer ante semejante afirmación? Si Dios le va a ayudar puede que no haya que preocuparse por nada, porque todo esta hecho. O, ¿tan desesperado estaba, que sólo si Dios le ayuda conseguiría la inscripción? ... Conveníamos que en su fuero interno no tenía ninguna esperanza en sus potencialidades, porque todo lo dejaba en manos de la intervención de fuerzas sobrenaturales.
La conversación venía al hilo de la gestión -y traducción- de las diversas culturas para avanzar en el diálogo. ¿Cuando quedamos otro día Joaquín, se nos han quedado varias cosas en el tintero?