martes, diciembre 06, 2005

NACIONALISMO ESPAÑOL

No tengo muy clara la utilidad de los nacionalismos, y para colmo de mi confusión -quizás por ser andaluz- tampoco sé hasta que grado participo de alguno. Sin embargo, como otros tantos fenómenos, independientemente de su comprensión, tienen una gran relevancia histórica y por tal razón hay que aproximarse a ellos con prudencia y respeto. Creo que una parte de su sentido esta en que ayudan a definir la identidad de las personas, los grupos y las sociedades y por tal razón se relacionan con los sentimientos y las emociones. Ayudan a saber quienes somos, a que postura tomar en ocasiones. Y, a veces actúan como resortes automáticos para salvar determinadas ocasiones.
No descubriré nada nuevo si digo que la dictadura franquista se sirvió del nacionalismo español para garantizar la estabilidad de su régimen. Y esta puede ser una de las razones por las que combatió fuertemente a otros nacionalismos como el catalán y el vasco. En este sentido con Franco se fortalecieron los símbolos que mejor ayudaban a preservar el sistema. El decreto de 2 de febrero de 1938 fijo el escudo con el lema Una, Grande, Libre, que hace referencia a la España unida sin nacionalismos separatistas. Algo más tarde la Ley de principios del movimiento nacional (17 de mayo de 1958) decía: Yo, Francisco Franco Bahamonde, Caudillo de España, Consciente de mi responsabilidad ante Dios y ante la Historia, en presencia de las Cortes del Reino, promulgo como Principios del Movimiento Nacional, entendido como comunión de los españoles en los ideales que dieron vida a la Cruzada, los siguientes: España es una unidad de destino en lo universal. El servicio a la unidad, grandeza y libertad de la Patria es deber sagrado y tarea colectiva de todos los españoles. …
Con la democracia se modifican algunos de estos símbolos pero el nacionalismo español continúa existiendo, probablemente –en consecuencia con lo que afirmaba más arriba- para bien y para mal. Para bien porque permite la identidad de los habitantes de este estado (de una y otra ideología y tendencia política). Para mal porque establece criterios irracionales y en ocasiones inapropiados para evaluar nuevo fenómenos son la Unión Europea, las relaciones exteriores, las migraciones, o el estado de las autonomías (o por qué no, en su caso, federal). La unidad de destino en lo universal se llega a convertir en un dogma inamovible –fuera de la historia-, una razón poderosa e “indiscutible”, un argumento para la negación de los demás, una justificación de la violencia. Un arma muy peligrosa que puede causar daños irreparables. Sólo los insensatos apelan a los nacionalismos ciegos y excluyentes (con o sin estado) para obtener beneficios de la política del momento.

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