A veces no se sabe como le da tiempo a Anita para poder coordinar sus acciones, siempre corriendo, siempre hablando, siempre con mil cosas en la cabeza, siguiendo la vida y vidas del pueblo, atendiendo a las mujeres, preparando las novenas y los oficios, siempre con buen humor. Hubo suerte entre todos estos telares recibió una perdiz de su primo Raúl que vive en Córdoba. Ya teníamos una. Necesitábamos otra y esta se la facilitó la madre de Diego el del 17, ya que su yerno es cazador. Así que le pidió a Mercedes la del bar Alfonso que nos la cocinara. Y allí estaban ellas con ajos, laurel, tomillo, buenísimas. Allí estábamos nosotros, que rato más bueno, que ambiente más selecto.
Cuando escribo estas líneas (por cierto Madrid 0, Barcelona 3 –sería muy bueno comentar la actitud deportiva de los madridistas, alejados de la polémica política- y en el primer tiempo Sevilla 0, Betis 0) el coro esta ensayando, Anita ya me ha avisado que ha llevado chuletillas de cordero a la Sociedad para degustarlas ahora después. No es para quererla.