sábado, diciembre 04, 2004

BIG BANG Y ATEISMO RELIGIOSO

Las religiones han sido muy importantes en el devenir de toda la humanidad, imprescindibles me atrevería a decir. Según mi opinión han sido una relevante construcción de los seres humanos. La religión es una mediación que nos ha dotado de una interpretación del universo, de los fenómenos de la naturaleza, de las “fuerzas sobrenaturales” o de las circunstancias de vida de los humanos. Igualmente han ordenado todas estas creencias con cierta armonía y ha favorecido la socialización, la relación de las personas, los grupos y las sociedades en torno a estos principios. Es por esto que siempre afirmo que religiones en la mayoría de las ocasiones han potenciado la paz.
Puede que el descubrimiento del big bang, hace decenas de millones de años, nos permita ubicar a los dioses en ese gran momento. A partir de ahí cada persona puede elegir , de acuerdo con sus “creencias”, donde ubicar a los dioses: despreocuparse de ellos porque estarían demasiado lejos (y las teorías de formación del universo y de la evolución ya nos darían suficientes explicaciones), hacerlos presentes en los momentos trascendentales de la historia de la humanidad (sostenido por el “creacionismo”), o tenerlos de compañía cotidiana.
Personalmente prefiero ser un ateo religioso, no necesito a los dioses para dar sentido a mis acciones -tengo bastante con el big bang y la humanidad-, me opongo al teismo (creencia en los dioses) dogmático en cualquiera de sus formas y en contra de la violencia que en nombre de los dioses y las religión se ha realizado en muchas ocasiones. Pero reivindico todos las propuestas humanistas de las religiones, sus ceremonias de socialización, la tranquilidad que dan a las personas y todas sus propuestas de paz (amor, solidaridad, compasión, ascetismo, holismo, ...).
Una anécdota en clave de humor: hablando de estos asuntos con mi amigo marroquí y musulmán Mohamed Nouri, el big bang adquirió una dimensión absolutamente cotidiana: la "gran explosión de la pompa de chicle". Existen diversas aproximaciones a la medida de las “explosiones”, del tiempo y de sus ondas expansivas, pero este es otro problema.

3 comentarios:

zeta dijo...

Estoy básicamente de acuerdo contigo, pero, ¿no piensas que en ocasiones esa paz que las religiones consiguen de sus creyentes es a costa de su propia ignorancia? O quizás, ¿de la falsa creencia de que no se ha de intentar cambiar determinadas situaciones por no se qué motivos o recompensas espirituales? ¿Y es eso en el fondo realmente positivo? De veras me lo pregunto...

Francisco A. Muñoz dijo...

Claro que si, pero en el fondo las religiones pueden que no sean mas que una forma de conocimiento no-racional, del cual hay que recuperar su "buenos consejos". Quizás de esta manera podamos superar el "corsé" rígido-racional de la modernidad que a tantos desaguizados nos ha conducido. Muchas tendencias postmodernas (o transmodernas como a mi gusta llamarles) entre las que podríamos incluir sugerencias del feminismo, ecologismo, pacifismo, estudios postcoloniales, etc., justamente intentan esto.
¿Por qué no reconocer en las religiones una sabiduría milenaria que nos ayuda a conocernos mejor a nosotros mismos, a la naturaleza y al universo? Evidemente que hay que ser crítico con ellas, con cada una de sus propuestas dogmáticas y violentas. Al igual que con el resto de las formas de conocimieto que también son perversas en muchas ocasiones. Entonces ¿Por qué no darle el valor una vez despojadas de sus añadidos inapropiados? Para afirmar esto no hace falta ser creyente, sólo inteligente.

Fernando G. Gutiérrez dijo...

Me ha encantado encontrar este comentario. Destila honestidad investigadora. Comprendo el despecho casi general con la historia religiosa, históricamente parece justificado. Pero habría, quizás, que hacer algunas salvedades, por ejemplo: un ser humano centrado en la guerra (en la violencia) como forma de dominación utiliza todo cuanto está en su mano para alcanzar sus fines, también (o especialmente) la religión. Otra es la necesaria diferenciación entre la "religión organizada" institucionalizada, y el genuino sentimiento religioso, siempre personal, experiencia íntima. Desde esta perspectiva, si la religión produce guerras, no es religión. Algún contemporáneo ha realizado una barroca torcedura de sus principios para justificar lo injustificable.
No creo poder justificar la afirmación de que "toda política es corrupta", pese a que la corrupción parece, histórica y contemporáneamente un mal endémico del ejercicio de la política. ¿Hay una forma positiva de religión? Estoy con Paco en reconocer esa parte positiva del complejo fenómeno religioso como camino milenario de conocimiento, y también de cógigos morales complejos y que ayudan al ser humano a mirar la vida desde los valores y virtudes humanas. Ultraortodoxos, fanáticos, neoconversos y comportamientos sectarios tampoco son usos exclusivos del fenómeno religioso, me refiero a la rama institucionalizada u organizada. Un abrazo.