Quiero desde aquí agradecer públicamente al pueblo valenciano por el invento de la paella. Buena de paladar, colorista, variada, colectiva y festiva. Con todas estas característica no me extraña que Candi se empeñe todos los años en hacer una y que Celso, Mari y Elisa se apunten a ella, aunque tengan que hacer, para ello, un largo viaje. Y otros , los del pueblo (ellas: María Dolores, Pepa, Anita, Ana, María, Amparo, Elena; ellos: Jose, Fernando, Leo, Fermin, Pedro, un servidor e Ignacio -el fotografo-) la tengan en la agenda de un año para otro.
El día acompañó, los entrantes (aportación de la colectividad) , los caldos, el punto especial del fuego de leña, la buena disposición de todos, nos hizo felices hasta el día siguiente cuando en el desayuno de la cocina se comentaban las incidencias del día anterior.
Puede que faltara un poco más, a Leo y alguno más, le vi con ganas de comerse otro plato, y eso que los puñados estaban contados (+ dos de gracia).
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