martes, enero 04, 2005

HEDONISMO MOTOR DE LA VIDA

He tenido en muchas ocasiones de debatir sobre el hedonismo, el placer frente al dolor. Creo que este tema no es bien entendido por los pacifistas herederos en muchos aspectos de tradiciones de izquierdas judeo-cristianas. Hace dos o tres días recibí la llamada de mi amigo Frasquito que se quejaba de sus males, todos ciertos y además acompañados de la dificultad de reconocer sus privilegios, sus placeres, muchos de ellos libres y gratuitos como el amor, para los que solo se necesita a uno mismo “desnudo” -sin festines navideños ni consolas- y con suerte la compañía de otras personas. Para ello hay que sentirse, pensarse y pensarse de otra forma, una autoestima sostenible y pacífica para consigo mismo.
Recuerdo un debate con Giulano Fontara, profesor de origen italiano y profesor de filosofía en una universidad sueca, sobre las cualidades de una persona noviolenta y se insistía –como se hace siempre- en sus capacidades de sacrificio. Yo le interpelé apuntando el hedonismo una actitud esencial, lo que nos sirvió para bromear los días siguientes, probablemente porque ni él ni yo lo teníamos asumido. He continuando reflexionando sobre esto y cada vez me parece más claro. Cómo se puede se puede querer alcanzar un mundo mejor y negarse a si mismo –se supone que también a los demás- sus capacidades de disfrutar de la vida. En definitiva creo que el hedonismo bien entendido puede relacionarse con la satisfacción de necesidades. Basta repasar la propuesta de necesidades de Max-Neef y Elizalde (subsistencia, protección, afecto, entendimiento, participación, libertad, identidad, creación, ocio http://www.ugr.es/local/fmunoz/html/nece.html ) para comprender de que estas –todas ellas- pueden ser fuente de placer. Por qué no disfrutar cuando se consigue desarrollar tus posibilidades. Por qué no hacerlo de todas aquellas que se alcanzan con cierta facilidad. Por qué no hacerlo al respirar, al hablar, al caminar, o al sentir tu propio cuerpo, o compartir con los demás todas estas sensaciones. Todo esto cotidiano, ascético, sostenible, multiplicador de buenas sensaciones, creador de un poder basado en las personas. Entonces por qué no avanzar algo más en los cambios de nuestras autopercepción -en las “inversiones ontológicas y epistmológicas”- y ver la vida de otra forma, que el placer sea un motor de la historia. Bueno, me temo que tendremos que seguir con todo esto algo más, pero todo esto no me lo hemos inventado recientemente, lo hizo Epicuro en el siglo IV a.C., nosotros nos hemos encargado de olvidarlo.

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