Un apátrida (¿anacionalista?) afortunado podría ser aquel ciudadano del mundo que no tiene las ataduras xenófobas y sectarias que le propone su patria. Según la Convención sobre el Estatuto de los Apátridas de las Naciones Unidas, firmada en Nueva York el 28 de septiembre de 1954, un apátrida es definido como: Cualquier persona a la que ningún Estado considera destinataria de la aplicación de su legislación. Lo que podría ser entendido como una ventaja para escabullirse de algunas leyes no del todo justas ... Imagínense que al igual que podemos elegir donde pasar las vacaciones pudiéramos elegir a que leyes nos sentimos atados en que país. Todo serían beneficios. Y me pregunto? Por qué tener que soportar normas culturales, legislaciones, políticos o gobiernos que no nos gustan. Bastaría con irse de vacaciones a otra "patria" o a aguas internacionales para evitar los efectos perniciosos de determinadas prácticas. No se trata de ser asocial, sino de socializar solamente con aquello que es digno.
Lastimosamente hay muchas personas apátridas -alrededor de doce millones- que no lo son por decisión propia sino porque ningún estado los reconoce como ciudadanos y viven situaciones muy críticas. No podemos frivolizar con ello. Pero si podemos pensar en formas de gobierno no discriminatorias por el lugar de nacimiento o de vida, igualmente en ser "apátrida" de las injusticias.
No hay comentarios:
Publicar un comentario