Hay mucha gente, contraltos, sopranos, tenores, barítonos, no-se-sabe-que, que alegremente cantan cuando se les ocurre, en la ducha, por la calle, ... Aunque quizás sea en la taberna (de ahí su nombre), acompañados de un coro mas o menos virtuoso, donde desarrollan su libertad de expresión, en este caso a través de la voz modulada por los acordes musicales... Vaya un elogio para ellos que sin ser unos virtuosos -al menos en este arte- disfrutan con sus golgoritos y comparten con los demás su cantos.
Hay que agradecer que los organizadores del Festival de música de Vélez Blanco (¿o solo fue una idea de Ruben?) tuvieran a bien reconocer a estos esmerados deparadores y socializadores sin escrúpulos. Ellos también se sumaron, aunque fuera de manera casi anónima, en las diversas tabernas del universo a la causa noble de la diplomacia y a la paz. Gracias en nombre de todos ellos.
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