Estaba libre y mi amiga Victoria, tan amable como siempre, me recogió para comer a medio día, nos fuimos caminando y conversando; fue una comida vegetariana en una "plazoleta de comidas", una experiencia nueva para mi: muchas mesas que se corresponden con los distintos restaurantes, pero uno puede pedir la cerveza de un lugar, la ensalada de otro y la pasta de otro, tal como hicimos. Estábamos en la comuna 22, barrio de Ciudad Jardín, al sur de la ciudad de Cali. A unos mil metros sobre el nivel del mar; la temperatura media es de 25º, aunque esa mañana hacía algo más de calor.
A la ida habíamos visto patos, gansos y otras aves, en el Lago de los Cisnes (daban ganas de bailar). Decidimos dar un paseo alrededor del Zanjón del Burro, es un relicto boscoso muy especial -a pesar del nombre- que fuimos descubriendo poco a poco, entre acuático y terrestre, con una gran importancia ecológica y flora y fauna singular. Tras haber sido despreciado, al igual que otros humedales, como zona marginal ahora se le considera de gran importancia por diversas razones y cuenta con una extensa normativa proteccionista. Como vasos comunicantes del rio Cauca, en el municipio de Cali -donde estábamos- existen 18 humedales que sirven de regulación a todo el sistema del agua. El relicto boscoso del Zanjón del Burro recibe las aguas de la lluvia (ca. 1350 mm) y de un ramal del popular (ya lo veremos más adelante) rio Pance, de uno de cuyos ramales se abastece y vierte sus aguas al río Lilí (si tuviera una "t" final sería la primera mujer).
A mitad de camino comenzó a volverse mágico el ambienté, se oyeron cánticos en la lejanía, entre el viento, los árboles, entonaciones musicales; provenían de una iglesia, creo que era la de la Transfiguración del Señor (fundada en 1964). Era una ceremonia matrimonial, ellas con vestidos sedosos, ellos, todos, con guayaberas blancas, todos felices.
De repente como si de nomos se trataran comenzaron a aparecer en los márgenes de los árboles unos seres extraños que nunca jamás había visto. Tenían patas largas, en las delanteras 4 dedos con uñas, que usan para sostener los alimentos y las posteriores 3 dedos, yo diría que dulces, aparentemente confiados, nos miraban con tranquilidad y precaución. Tenían algo de dibujo animado, de película de aventuras, me despertó la curiosidad, la incertidumbre, la ilusión y el ánimo de un niño pequeño. La compañía de Vicky en su papel de princesa encantada o hada madrina, sus ojos bien abiertos, su larga caballera rubia, sus vestidos cálidos, contribuyeron grandemente a que la atmósfera fascinante y misteriosa se generara y mantuviera durante largo tiempo.
A mitad de camino comenzó a volverse mágico el ambienté, se oyeron cánticos en la lejanía, entre el viento, los árboles, entonaciones musicales; provenían de una iglesia, creo que era la de la Transfiguración del Señor (fundada en 1964). Era una ceremonia matrimonial, ellas con vestidos sedosos, ellos, todos, con guayaberas blancas, todos felices.
De repente como si de nomos se trataran comenzaron a aparecer en los márgenes de los árboles unos seres extraños que nunca jamás había visto. Tenían patas largas, en las delanteras 4 dedos con uñas, que usan para sostener los alimentos y las posteriores 3 dedos, yo diría que dulces, aparentemente confiados, nos miraban con tranquilidad y precaución. Tenían algo de dibujo animado, de película de aventuras, me despertó la curiosidad, la incertidumbre, la ilusión y el ánimo de un niño pequeño. La compañía de Vicky en su papel de princesa encantada o hada madrina, sus ojos bien abiertos, su larga caballera rubia, sus vestidos cálidos, contribuyeron grandemente a que la atmósfera fascinante y misteriosa se generara y mantuviera durante largo tiempo.
Era una; Dasyprocta punctata, un género de roedores histricomorfos de la familia Dasyproctidae, conocido como guatín, aunque según parece en castellano Agutí. Cuanta belleza.
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