En la foto Fermín -por la camiseta se sabe que habla perfectamente francés,- Cándida, Ana María, Pedro y Juan Manuel Gazquez Montalván, conocido por el "ventanas" (porque su padre rondaba a una moza en una ventana hace ya años,) atrás Piter y Ana, en el bar que gestionan en Vélez Blanco, después de habre regresado de la emigración.
La migración tiene varias formas de "ida y vuelta" una de ellas ha sido la que realizó Anamaría, una holandesa de muy buen porte. Como muchos europeos, de la UE, vinieron a un pequeño pueblo del sur de España buscando la tranquilidad y el buen clima. Algunos intentaron adaptarse con buen criterio y lo consiguieron, otros se aislaron, algunos resistieron, otros terminaron por retirarse. La lengua, la riqueza cultural, la idiosincracia de cualquier lugar no siempre es fácil de asimilar, de interaccionar con los habitos propios.
Sin inter(y trans)culturalidad no seríamos nada, seríamos menos humanos, es más, me atrevería a decir que no seríamos nada. Pero la interculturalidad en primera persona a veces tiene sus dificultades. En cualquier caso bienvenidos sean.
La belleza vikinga de Anamaría siempre tiene sus grandes ventajas, por estos lares, también sus inconvenientes y quizás estos últimos contribuyeron a impulsarle de regreso a su país, después de casi una década en el pueblo. Yo era amigo de ella a través de Pedro, persona de su confianza. Hasta luego Anamaría, tu presencia nos enriquecía, te echamos mucho de menos.
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