Que bello es el canto. Todavía recuerdo, debía de tener siete años, cuando don Gabriel el cura que dirigía la Escolonía de la Virgen de las Angustias me pidió que entonara "Salve regina". Me salío un gallo. Aquel desatino me marco para toda la vida, supongo que me dejaron seguir en el colegio porque era un buen estudiante, aunque siempre travieso. Después canté con los boy scouts, ya con once años, en las sobremesas en el campamento de los Bermejales, refugiado en el colectivo. Mi relación con la música continuó como oyente de estilos variados. He disfrutado mucho.
Pero todo cambió el día en que entré en contacto con "los Martínez", cantan realmente como los ángeles, que bien lo hacía Gregorio, y Cándida cada día mejor. Ella siempre canta, todavía tengo en mi memoria una "actuación" privada suya por la calle Alhamar entonando aquello de Ya sé que estoy piantao, piantao, piantao... No ves que va la luna rodando por Callao; que un corso de astronautas y niños, con un vals, me baila alrededor... ¡Bailá! ¡Vení! ¡Volá!... ¡Loco! ¡Loco! ¡Loco! Como un acróbata demente saltaré, sobre el abismo de tu escote hasta sentir que enloquecí tu corazón de libertad... ¡Ya vas a ver! [Tango 1969, Balada para un loco, Música: Astor Piazzolla, Letra: Horacio Ferrer
Comprendí, inmediatamente, que me tenía que dedicar a la canción. Ellos, me dieron oportunidad de entonar con ellos en las tabernas y no la desaproveché, he conseguido convertirme en un cualificado barítono tabernero, a lo que me ayudado mi amigo Pedro y, de una u otra forma, parte de la coral Andrés del Castillo de Vélez Blanco, Han sido años muy provechosos de tal manera que no sólo disfruto cantando por la vida (sic) sino que además puedo hacer alguna suplencia en tabernas de primera fila. Que bellos son la música y el canto. |
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