Mis relaciones con la academia han estado siempre plagadas de tribulaciones (no confundir con la gran tribulación). Aunque, mejor pensado ¿quién no ha sido perturbado contínuamente por el sistema de enseñanza?
Mi condición de rebelde -porque el mundo me hizo asi-, sin causa clara, pero rebelde, afanado y crítico, lo que me ha reportado enormes ventajas pero "logicamente" muchos inconvenientes. Recuerdo demasiados errores que he cometido, pero también como la academia, y otras instituciones, han intentado corregirme, tengo que decir que en muchas ocasiones con razón de su parte. Pero no siempre. A continuación relato algunas de las tribulaciones que mas me han impactado.
La primera que recuerdo (las emociones ayudan a ello) fue el bofetón que, cuando tenía 7 años, me pegó el profesor de la escuela al entender que me estaba burlado de él cuando lo que hacía era celebrar con el resto de los compañeros lo bien que nos salían los ejercicios. Quedé absolutamente turbado ante el tamaño y la energía de aquella mano. Qué hacer ante aquella manifestación de la autoridad. Ni siquiera cabía la resistencia no violenta, solo la resignación. Mi padre fue informado de la versión oficial de los hechos y todo el peso de la ley cayó sobre mi. Asi fueron pasando los años.
La primera que recuerdo (las emociones ayudan a ello) fue el bofetón que, cuando tenía 7 años, me pegó el profesor de la escuela al entender que me estaba burlado de él cuando lo que hacía era celebrar con el resto de los compañeros lo bien que nos salían los ejercicios. Quedé absolutamente turbado ante el tamaño y la energía de aquella mano. Qué hacer ante aquella manifestación de la autoridad. Ni siquiera cabía la resistencia no violenta, solo la resignación. Mi padre fue informado de la versión oficial de los hechos y todo el peso de la ley cayó sobre mi. Asi fueron pasando los años.
Y, ahora viene el episodio mas enigmático, algo que todavía no alcanzo a explicar, aunque cada vez me siento más orgulloso de ello, ocurrió en primero, segundo y tercero de bachillerato, en el Instituto Padre Suarez. La única asignatura que me suspendieron la "política" (la Formación del Espíritu Nacional). Asistía a clase, hacía lo mismo que el resto de los alumnos, me copiaba de ellos (incluído de Luis Fontboté, al que le dieron sobresaliente), mi padre me hacía los murales de grupo (lo que le servía al resto de los compañeros pero no a mi) ¿Sabría el "tacones" el profesor, que con 10 años iba a ser un rojo?
Ya en quinto de bachillerato, en el Instituto "experimental" Padre Manjón, me suspedieron las matemáticas (en las que era un empollón) porque había realizado un acto de rebeldía en Literatura (sic), había dado una conferencia repasando una lección, puesto que no había eliminación de materia. La "brillante" conferencia fue grabada y escuchada en el claustro y como consecuencia saqué un siete en Literatura y un suspenso en matemáticas (en setiembre, con otra profesora, obtuve un sobresaliente). Quiero decir en mi defensa que después de aprobar el selectivo de Ciencias me cambié a Letras porque las primeras me parecían irracionales.
Ya en la Universidad de Granada, como profesor, me interesé por Investigar la Paz, que debe estar reservada para los de Políticas, Historia Contemporánea o Relaciones Internacionales, como si ese fenómeno no existiera en otras facetas de la Historia o espacios de la actividad humana. La academia reaccionó de nuevo y puso sucesivos obstáculos para mi promoción. Hubiera sido mejor estarse quieto en el triste e irrelevante cajoncito cartesiano, antes que hacerse otras preguntas mas comprometidas intelectual y socialmente. Aunque tengo que decir, a pesar de "todo" que trabajar como profesor en la Universidad es todo un lujo.
El colmo de los colmos, es que al final he llegado a ser catedrático, por lo que todas mis tribulaciones se han transvertido en privilegio. Ahora, me siento mas responsable y libre. La rebeldía, las ganas de vivir. Creo que no me podré librar de ella.
El colmo de los colmos, es que al final he llegado a ser catedrático, por lo que todas mis tribulaciones se han transvertido en privilegio. Ahora, me siento mas responsable y libre. La rebeldía, las ganas de vivir. Creo que no me podré librar de ella.
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