Las mujeres siguieron sentándose en las tardes de setiembre, cuando el tiempo (el frío y la lluvía) lo permitieron. A ellas les ha encantado ser reconocidas -hacerse visibles- a través de la fotografía e internet. Todo fueron agradeci-mientos (hasta me han regalado um tarro de miel, de recolección propia).
Todas se han sientido felices de poder participar. El empodera-miento ha sido fruto del reconocimiento de su cotidianeidad hasta ahora casi desapercibida. Sentarse se ha convertido un acto de autoestima.
Para botón, valga una muestra. Cuando comencé a fotografiar al primer grupo se fueron sumando, una tras una, todas las mujeres de la calle y casi nos faltaron asientos.
Todas se han sientido felices de poder participar. El empodera-miento ha sido fruto del reconocimiento de su cotidianeidad hasta ahora casi desapercibida. Sentarse se ha convertido un acto de autoestima.
Para botón, valga una muestra. Cuando comencé a fotografiar al primer grupo se fueron sumando, una tras una, todas las mujeres de la calle y casi nos faltaron asientos.
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