Todos perdemos con una guerra. Si alguien se siente ganador, también perdemos todos.
La guerra supone pérdida de vidas humanas, destrucción, sufrimiento, desesperanza. Las victimas, el dolor, no tienen bandos. Sean libaneses, palestinos o israelíes. Es inhumano y perverso establecer fronteras en el sufrimiento de las personas.
Cuando una guerra termina siempre estamos en una situación mejor. Queda mucho camino por recorrer, responsabilidades por esclarecer, injusticias por reparar, causas por reconocer, pero estamos en mejor situación, porque nos permite establecer una agenda distinta, quizás más avanzada.
Todas personas contrarias a la guerra (libaneses, palestino e israelíes) se han estado movilizando de una u otra forma en contra de ella. Para alcanzar el alto fuego se han dedicado muchos esfuerzos, en el interior, en el exterior, diversos países, o en las Naciones Unidas. El esfuerzo diplomático ha sido enorme. Y esto hay que celebrarlo en cualquier caso. porque en ello nos va nuestro futuro.
Una Cultura de la Paz débil puede permitir cierto cinismo sobre estos acontecimientos. Se simplifica en buenos y malos, ganadores y perdedores. Cuando en realidad los buenos son todos aquellos que usan la noviolencia para dirimir sus disputas; los malos, por contra, los que confían en la fuerza de las armas para dirimirlas; los ganadores son los que dejan de sufrir; los perdedores lo que continúan sufriendo. Perdemos o ganamos sin fronteras nacionales, de credos o de facciones.
La guerra supone pérdida de vidas humanas, destrucción, sufrimiento, desesperanza. Las victimas, el dolor, no tienen bandos. Sean libaneses, palestinos o israelíes. Es inhumano y perverso establecer fronteras en el sufrimiento de las personas.
Cuando una guerra termina siempre estamos en una situación mejor. Queda mucho camino por recorrer, responsabilidades por esclarecer, injusticias por reparar, causas por reconocer, pero estamos en mejor situación, porque nos permite establecer una agenda distinta, quizás más avanzada.
Todas personas contrarias a la guerra (libaneses, palestino e israelíes) se han estado movilizando de una u otra forma en contra de ella. Para alcanzar el alto fuego se han dedicado muchos esfuerzos, en el interior, en el exterior, diversos países, o en las Naciones Unidas. El esfuerzo diplomático ha sido enorme. Y esto hay que celebrarlo en cualquier caso. porque en ello nos va nuestro futuro.
Una Cultura de la Paz débil puede permitir cierto cinismo sobre estos acontecimientos. Se simplifica en buenos y malos, ganadores y perdedores. Cuando en realidad los buenos son todos aquellos que usan la noviolencia para dirimir sus disputas; los malos, por contra, los que confían en la fuerza de las armas para dirimirlas; los ganadores son los que dejan de sufrir; los perdedores lo que continúan sufriendo. Perdemos o ganamos sin fronteras nacionales, de credos o de facciones.
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