Aunque las nubes no permitían ver la Sierra, todos imaginábamos que debía de haber caído una buena nevada. Hoy, cuando desde mi balcón pude contemplar, al fondo, las nieves cercanas al Caballo, mi cuerpo, que no estaba para demasiados trotes. A pesar de todo me sobrepuse y llamé a Juanmi para que -tipo perro- me diera un paseillo por los montes cercanos; pero su madre me dijo que se había ido para Güejar; las ganas me empujaron a correr por la tarde por encima del cementerio hasta la bifurcación que baja para la Silla del Moro; a lo lejos entre nubes se podía apreciar algo mejor la "sierra nevada".
Esta noche Juanmi me ha enviado las fotos del Hornillo -ya sabemos donde había estado-, que envidia; cuando mi forma física era mediana podía acompañarlo, ahora las mariposas me han hecho que vaya decayendo poco a poco, aunque no pierdo la esperanza, a pesar de que no hay razones para ello.
La foto es del pequeño estanque reconstruido en el cual se reflejan las cimas de la Alcazaba y del Muleyhacén. Que belleza.
Estas nieves, que nos emocionan, nos acompañarán hasta casi entrado el verano, y nos surtirá de agua a Granada y parte de las vegas del Genil y del Guadalquivir (en esta vertiente). Tengo que llamar a Elvirita para decírcelo, esta es uno de las claves vitales que mantenemos constantes a lo largo de los años.
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