Tengo que confesarlo, el otro día estuve gozosamente de boda, me lo pasé muy bien. Se celebró en una finca de Santafé de Mondujar, cerca del valle del río Andarax. Mucha gente guapa, especialmente de Almería y alredores, educada, encantadora y, alegres, un grupo importante de ellos cantaban en cuanto podían (incluído el brindis de Mozart y una habanera, música de Torrevieja y letra de Jose María). Mujeres bellísimas, empezando por la novia y todas sus amigas, hombres valientes, empezando por el novio y sus amigos. Sombreros elegantes, corbatas coloristas y una pajarita. La ceremonia, civil, oficiada por la alcaldesa de la localidad, se celebró bajo la sombra de un espectacular ficus, probablemente centenario, con una fuerte personalidad, fuertemente arraigado en la tierra, majestuoso, y tranquilo y sereno, cuya personalidad pareció marcar todo el día.
Allí, junto a representantes de la universidad, incluido Rector, vicerrector y algunos ex, estaban los del pueblo (Vélez Blanco, se entiende, algunos de ellos en foto inferior), todos se portaron bien (incluído Luis que estaba advertido, sentado a la izquierda en la foto inferior), aunque todavía no entiendo porque se fueron tan pronto, con lo bien que nos lo estábamos pasando.
Los nutrientes, sólidos y líquidos, estuvieron a la altura de la circunstancias, justo para poder aguantar (esa tarde noche y el día siguiente).
La boda fue de Mar (de blanco en la foto superior) e Ivan. (junto a Mar en la foto de abajo). Que les vaya bien muchos años.