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Todavía conservo algunos recuerdos de los días de verano pasados en el Zaidín, en las casillas bajas, en la casa de Mati y Alfonso, con todos mis primos, refrescándonos con una mangera en el patio. Igualmente me acuerdo de un año que veraneamos en el Cenes de la Vega -¡cuando era un pueblo!- una casa fresca, paredes sin decorar, calle de tierra, con gallinas que se preocupaban celosamente de perseguirme, la vega y el río cercanos.
El regusto de aquellos días me hace sentirme cómodo, ahora en Velez Blanco. Pequeño, abarcable, tranquilo, fresco, con fuentes, árboles, campo, montañas. Todo lo necesario para relajarte, sentir, hablar, leer, pensar y encontrarte contigo mismo. Para pasar el verano no hace falta mas.
La imagen es una pintura sobre el verano de Giuseppe Arcimboldo, 1573, Musée du Louvre, tomada de Wikipedia.
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