En nuestro caso el pavo de la izquierda fue regalado por Gonzalo (cabe presumir que también por Matilde que tan silenciosamente, casi sigilosamente, hace sus tareas). El pavo venía acompañado de unas botellas de vino (célebre en la comarca), de elaboración propia, y precedido de otros productos del campo. Gonzalo ha estado toda la vida ligado a una tierra -que no le pertenecía legalmente- lindado con el cortijo de María Dolores (de ahí las relaciones de buena vecindad). Buena persona, siempre risueño, dispuesto a la broma, a colaborar y a compartir. Hoy puede decir orgullos que con su trabajo, a veces muy sacrificado, ha salido adelante toda la familia (dos hijas y un hijo "bien educados", hacendosos y universitarios).
Para curiosos el pavo era campero y estaba buenísimo en la cena del 24 y en el arroz del 25.
PD: Los enbutidos a la derecha pertenecen, que yo sepa, a las "donaciones" de Antonio y Adela. El don y el contradon mantienen vivo a Vélez Blanco.
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