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La vereda transcurre, en gran medida paralela a la vereda de la estrella, entre plantas, flores, árboles (fresnos, castaños, quejigos, encinas, arces), y al final por el robledal –llamado de Cazoletas– uno de los más altos de la Península Ibérica.
Por fin, tras 1h. y 12 m., llegamos al final del camino. Disfrutamos del paisaje de las cumbres de Sierra Nevada (Picón de Jeres, Puntal de Vacares, Alcazaba, Puntal de Siete Lagunas, Mulhacén, Juego de Bolos y Puntal de la Caldera) con bastante nieve para el tiempo en el que estamos. Los toros que por alli pastaban estaban cuidados por un amable pastor montado a caballo con el que mantuvimos un poco de conversación (3h. para la ida y para la vuelta a Güejar casi todos los días en los que está aquí el ganado). Regresamos cuesta abajo y con el olor de la paella, después de un día feliz, en 57 m.
2 comentarios:
te felicito Paco!! Ciertamente debió haber sido una labor difícil, como dicen en España, en hora buena por tener tal condición física..jeje un abrazo!
Si, por supuesto, costó esfuerzo -que no sufrimiento-, pero lo más importante es las endorfinas (opiáceo natural que producimos para paliar el dolor y dar placer) que consigues en tu contacto con la naturaleza y contigo mismo. Fíjate lo importante que es que las comienzas a adquirir con sólo recordar, antes y después, lo que vas a realizar. En cierto sentido es una veredita hacia la felicidad.
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