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Hace alrededor de siete años apareció en el Instituto de la Paz junto con otros tres compas, enviados por el gobierno de Arauca para formarse en los Estudios de la Paz. Con nosotros pasaron todo un curso y posteriormente nos invitaron a Arauca, un lugar maravilloso de gente encantadora, donde dimos un curso de iniciación a la Paz. Su carácter bonachón y negociador se vió potenciado por los estudios de la Paz y su inteligencia natural. Mi aprecio hacia él era muy grande.
Él nos adentró en aquella realidad, fronteriza con Venezuela, con pozos petrolíferos, y con la tensión violenta de la presencia de la guerrillas del ELN, las FARC y los paramilitares. Hicimos planes de un centro de investigación para la paz, ... Al poco tiempo la zona se tornó mas violenta. Un día Efraín apareció muerto en un camino. Su muerte junto con la de otros amigos colombianos se convirtió en un acicate para trabajar más intensamente por la paz.
Hoy su verdugo ha confesado su crimen para poderse acoger a la Ley de Justicia y Paz que les permitiría tener un máximo de condena de 8 años de prisión. Una gran paradoja fractal de la compleja realidad colombiana que confiamos en que adquiera sentido para acercarnos hacia la paz.
[en la foto el río Arauca]
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