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Hoy, cuando la luz del día se alarga algo más allá de las 21 h., el incombustible Juanmi y yo hemos subido desde el Camino del Avellano hasta la acequia que abastece al Generalife a su lado se puede ir cómodamente entre una vegetación encantadora para después subir un nivel hacia otro ramal de abastecimiento, y algo más arriba a por veredas amigas al Cerro del Sol hasta la mesa de piedra del Llano de la Perdiz, reloj de sol, hacia el sur para bajar transversalmente por el otro lado del cerro.
Ya había anochecido. Al fondo las luces mágicas de las poblaciones de la vega de Granada. Las exultantes sensaciones me hicieron decirle a mi compañero que estábamos ganando «indulgencias plenarias carnales», bienes saludables para vivir mejor durante el máximo tiempo posible.
[La foto fantasmagórica es lo mejor que hemos conseguido, lo sentimos]
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