El reencuentro de una pareja es una de las cosas mas bonitas que pueden suceder. Se deseaba, se ha buscado con intensidad. Se sabe las virtudes de la otra parte. Se han disfrutado tanto de ellas. Se sabe lo que se tiene en común. Son tantas cosas. Hay una larga experiencia de realidades compartidas. Hay tantos amigos comunes. Hay tantos espacios compartidos. Todo estas circunstancias son una garantía de éxito. Se tienen identificados las desavenencias. A veces pueden ser muy tontas. El esfuerzo por confluir de nuevo merece la pena. Siempre hay dar algo a cambio. ¿O se pretende que no lo concedan todo gratuitamente? Que tontería.A propósito. Hace tiempo que tenía ganas de escribir sobre esto. ¿Merece la pena pagar un precio político? Obviamente depende de lo que tengas que dar y de lo que consigas. Es decir depende de la negociación. Así podríamos preguntarnos merece la pena negociar para conseguir nuestros objetivos y el mejor precio político. Claro que si. El precio tendrá que se necesariamente político si lo que negociamos es algún asunto social o público (la paz es el mejor de todos los asuntos políticos). Ya me dijo Jose María que había respondido algo parecido a la revista Clave cuando fue interrogado al respecto.
En realidad creo que todos sabemos muy claramente que hay que pagar precios -ceder algo, negociar- para todo. Otra cuestión es las posiciones torpes o oportunistas que mantegamos con nuestra pareja, nuestros amigos o en la política.






