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Afortunadamente, y aunque todas las pistas pudieran conducir a ello, no los detuvieron y toda su actuación en el círculo renacentista del Palacio de Carlos V pudó llevarse a cabo. Un público mayoritariamente de convicciones católicas supo comprender que el ritmo frenético y embriagador de los deviches sufíes era un camino hacia la paz, ayudados por la mística -como san Juan de la Cruz y santa Teresa-. Fue impresionante que todos los malentendidos se aclaran, gracias a la disponibilidad intelectual del público en general y de los músicos y danzantes, y que la actuación, dentro del 55 Festival de música y danza de Granada, tuviera lugar. Todos salimos, en silencio, impresionados.
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