domingo, enero 23, 2005

SAN ANTON Y EL TSUNAMI

Ayer me llamo Lolita, es la hija de mi amigo Isidro, que hace las veces de secretaria en muchas ocasiones. El asunto era una «olla de san Antón» (arroz, habichuelas y oreja, morcilla, costillas de cerdo. Se nota que san Antón no era musulmán) en solidaridad con el Tsunami en la plaza del pueblo de cenes. Lola (Castillo Calderón, que salá y que guapa eres por cierto), la madre de Lolita, es primera teniente alcalde del ayuntamiento de Cenes. En realidad san Antón es el 17 de enero pero el Ayuntamiento (han asistido los concejales del PSOE, del PP, y del CIC -candidatura independiente de Cenes-), la Asociación de mujeres, la Asociación de Teatro Novo Arte, el grupo de catequesis de la Iglesia del Pueblo, con la colaboración de embutidos la Picanta (muy famosos en Granada por cierto), Julio Bolivar (nos conocemos hace 27 años, además estuvo tocando en la verbena de mis nupcias) y Manolo Velasco, que yo recuerde, decidieron que «saltarse» el calendario era oportuno por causa de la solidaridad.
Ha sido un éxito, mas de 2.000 euros de recaudación, y eso que los precios eran de ganga (plato de olla+pan+vino+dos mandarianas 2 euros). El dia era soleado y hemos estado tomando el sol. He saludado a mi «hermanos barítono» (asi llegado porque en la comparsa de carnaval los tenores-macho-dominantes nos marginaban siempre a segunda fila en la chirigota de carnaval (sólo las malas lenguas defienden que fuera porque cantásemos mal). Con Isidro (que el martes que será el pregonero de carnaval, veremos a ver lo que cuenta) y Mario (el cura del pueblo) hemos hablado de la paz y los conflictos de la necesidad de tener visiones abiertas. María (otra hija que ha sacado toda la belleza de la madre y más) nos ha confirmado que tocaron estos temas en la catequesis.
¡Sorpresas que da la vida! Mario se confesaba en su pueblo con Manolo, el de la tesis «La paz en san Juan», de la mística y el ascetismo, al que yo le dirijo este trabajo y del que he aprendido tanto. Manolo fue cura durante mas de treinta años, ahora es padre de dos hijos, jubilado. El creyente y yo ateo religioso (como he confesado en esta bitácora). Nos hemos entendido muy bien, es más creo que ambos hemos disfrutado mucho. Mario me habla de su gran corazón. Definitivamente tenemos que repasar el papel de las religiones sin dejar de ser ateos o agnósticos. A propósito, la olla de san Antón ya nos ha dado para un rato de solidaridad y creación de redes. Gracias Lolita por llamarme.

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