Marisa vivía en un pueblo con las casas blancas y azules, al lado de un lago rodeado de montañas nevadas. En en centro del pueblo había una chocolatería que era la delicia de niñas, jóvenes y mayores, era como el corazón de pueblo, nada funcionaba sin el latido de la chocolatería. Marisa, a la que le gustaba el
chocolate, todos los días, cuando cruzaba la plaza de camino para el colegio, tenía la tentación de entrar en la chocolatería. Ella había aprendido en el catecismo que el diablo nos tentaba para alejarnos del bien. El chocolate negro, oscuro, amargo y, en ocasiones, humeante, podía ser la viva representación del diablo. No se atrevió nunca a entrar. Ese dilema le duraría toda la vida. Muchas de sus compañeras de colegio y amigas lo probaron en cuanto tuvieron "uso de razón", la mayoría de las veces por iniciativa propia, otras porque el ambiente lo propiciaba.
Las tentaciones, que al fin y al cabo no son mas que emociones, deben ser bien evaluadas. La tentación es un "estímulo que induce a obrar mal, o bien", un deseo, una pasión, que cada cultura tipifica de acuerdo con su historia y tradición. Por lo que lo que, antropológicamente, en una sociedad es una tentación en otra es una norma admitida, e igualmente lo que en un momento puede ser considerado perverso en otro momento es adecuado, incluso lo que en un determinado de la biografía de una persona es pecaminoso deja de serlo con el paso de los años.
El consumo del cacao, originario de mesoamérica, parece estar datado alrededor del 1.500 a.C. tiene todo un recorrido en estilos y ambientes culturales relacionados con él. De acuerdo a la mitología, Kukulkán le dio el cacao a los mayas después de la creación de la humanidad. Este pueblo; celebraba un festival anual para honrar al dios del cacao, Ek Chuah, con sacrificios de animales, ofrendas, plumas, incienso e intercambio de regalos. En el siglo XVI, Hernán Cortés lo introdujo en la corte española y desde aquí al resto de las cortes europeas, no sin ciertos alborotos.
El chocolate se considera un alimento afrodisiaco por su contenido de magnesio que ayuda a combatir los dolores; premenstruales. La fenilalanina, también presente, ayuda a mejorar el estado de ánimo. También es bueno para el "corazón". A pesar de los prejuicios su consumo se ha extendido por todo el mundo, por todos los estamentos y grupos sociales, es como un signo vital universal.
Por lo tanto no estaban tan infundados los temores de Marisa, lo afrodisiaco se confunde con las tentaciones del diablo y el pecado de la carne. Ahora, cerca de ser nonogenaria, casi arrepentida de aquella decisión tan absurda se lo relata a sus nietos como un error de juventud que le impidió disfrutar de cualquier forma de chocolate, duro o la taza. Y lo que es peor Marisa que sigue siendo bella e inteligente, a pesar de los años, ahora liberal y feminista, reconoce en el fondo de su ser que aquellos años que le tocaron vivir le condicionaron la negación de muchas de sus capacidades, del placer de vivir, del hedonismo de la vida y de su ser. Pero algunos piensan que su gran error fue confundir una onza de chocolate con bosque de árboles de cacao, el bosque le impidió ver la rama. Como si comer un trozo de chocolate supusiera ser chocolatedependiente. Era una falta de confianza en si misma, que le hacía huir de lo "prohibido", de lo tentador, de lo desconocido. Algo, que de una u otra forma nos pasa a todos.
En cualquier caso que fortuna la de las tentaciones, aunque estas hayan sido vilipendiadas por morales retorcidas (la música, la lectura, el cine, el teatro, el vino, la comida, los placeres, ...) que nos ayudan a afrontar nuevas situaciones, a romper con lo establecido, a ser creativos, a ser más personas.