Salimos por la tarde, eran vacaciones y por lo visto no estábamos dispuestos a madrugar. Al final de planes y planes quedamos los hemanos Motos (Manuel, en la foto, e Isma, al otro lado de la cámara). Nuestro objetivo era llegar a los abrigos de
Lázar y del
Queso, ambas pertenecientes al
arte rupestre levantino. Ya habíamos resuelto la duda de por donde abordarlos, dejando para otro momento ir por Cueva Botía; decidimos hacerlo desde el Portalico de la Borrica. Para ello llegamos hasta la Virgen de María y desde ahí subimos lenta pero inexorablemente hasta El Portalico. En el último tramo de ascenso pudimos comprobar el destrozo de la hermosa vereda, por causas naturales -el desprendimiento impresionante de una gran roca- y antropogénicas -el rebaño de cabras que descansan arriba del todo. Lástima que un camino tan bello quede destrozado y nos limite su disfrute. Desde aquí fuimos, prácticamente a campo a través, hasta situarnos por debajo de las cuevas y abordarlas.
Fue una tarde especial caminamos casi sin interrupción durante cinco horas, un gran parte sin camino, comenzamos con calor y terminamos con fresco, contemplamos diversos y bellos paisajes, comenzamos por la tarde y terminamos al anochecer. Los hermanos Motos son excelentes para estos -y otros- menesteres. Nos dimos conversación, ánimos, compartimos, nos cuidamos y disfrutamos conjuntamente. Ah! se me olvidaba si llegamos a la cueva del queso pero no a la de Lázar, que debía de estar mas hacia el noroeste, los mapas que llevábamos en los móviles nos confundieron un poco. Pero los héroes prometieron volver de nuevo.