En mi última visita a
Cali estuve en la
Universidad del Valle para poner en marcha un
programa de Doctorado en Paz y Gestión de Conflictos.
Una universidad vital, por parte de todos los integrantes, profesores y alumnos, por sus actividades y por su propio entorno., el ecosistema cercano, la ciudad y el departamento. Las reuniones fueron muy fructieras entre otras razones por el compromiso del rectorado y por la experiencia previa de los profesores con los que nos reuníamos.
En el tercer o cuarto día nada mas comenzar la reunión fuimos advertidos de que iba a tener lugar el
tropel y que por lo tanto tendríamos que desalojar por seguridad, y así lo hicimos. Lo que a partir de ahora relato forma parte directamente de mis viviencias personales. Sobre el mediodía se comenzaron a oirse los estallidos de los explosivos que resonaban en todo el campus, sin ninguna especial alarma pero con cierta prisa comenzamos a buscar la salida , aquella en la que no había enfrentamientos entre la policía, fuera del campus, y los "tropeleros" encapuchados, dentro de él. Para mi sorpresa estos últimos salían de unos edificios y otros, pasaban tranquilamente por nuestro lado, en una dirección y otra, y se mezclaban con los estudiantes, profesores y personal de la universidad. En un ambiente de gran estruendo por la detonación continua de los explosivos de la policía y de los estudiantes, de humo, de cierta incertidumbre, todo el mundo se movía con cierta tranquilidad, como si la cosa no fuera con ellos, incluso pareciera que hubiera un cierto aire de divertimento, de fiesta, en cierto sentido diría que parecía a la pirotecnia de la cremá de las
fallas de Valencia. Pero el contexto era completamente distinto, en este caso era la puesta en escena de una guerrilla urbana. Cerca de nosotros podíamos contemplar como se fabricaban los explosivos en una esquina de un edificio. Quiero resaltar que no había ningun ataque al personal de la universidad, sus edificios, u otro enseres. Todo el esfuerzo estaba dedicado a escenificar el enfrentamiento con la policía que respondía con innumerables botes de humo (al día siguiente todavía se irritaban los ojos en el campus) y otras municiones. Pudimos oir cerca de un centenar de detonaciones antes de abandonar el campus y nos consta que la que el enfretamiento continuo hasta bien entrada la tarde.
Lo que más me aturdía y sorprendía era la
connivencia con el aire-de-fiesta-violento, con la
violencia simbólica, aquella que termina justificando todas las acciones de la misma. También me sorprende los
cientos de videos colgados en la red al respecto, en gran medida acríticos, cuando no apologéticos, con los acontecimientos. Para una universidad comprometida con una sociedad pacífica abordar este problema, con calma, sin prisas, sin prejuicios negativos,... puede ser importante.
Dice una página web explicando el tropel: "Los comités de lucha de la ciudad de Cali se suman a través del Comité de Lucha de la Educación a las actividades que se realizarán a lo largo y ancho del país para conmemorar los días del estudiante caído este 8 y 9 de junio. Lo hacemos con el objetivo de contribuir a la recuperación de la memoria histórica de nuestro pueblo, lo cual es necesario si queremos impulsar la participación activa y masiva de las masas trabajadoras en los cambios estructurales que tanto necesitamos".
Puedo estar de acuerdo con los
objetivos de estos comités pero lo que no estoy con sus medios, cuando estos justifican o promocionan la violencia, ya sabemos demasiado bien que
violencia genera violencia, por el contrario podríamos insistir en los contrario
paz genera paz, en un
empoderamiento pacifista con capacidad de lucha contra las injusticias y las marginaciones.